lunes, 18 de mayo de 2020

La casa que amé de Tatiana de Rosnay

París, década de 1860. La ciudad está en pleno proceso de cambio, abandonando el París medieval para dar paso al París moderno y urbano. El barón Haussmann, prefecto de la ciudad, por encargo del emperador Napoleón III llevará a cabo las grandes ideas y estrategias de esta radical reforma.
Cuando Rose se casó con Armand Bazelet sabía que se unía al hombre de su vida. Su larga unión fue algo hermoso e inquebrantable. Pero hace diez años que Armand ya no está. Y a Rose tan solo le queda la casa, la casa donde nació Armand, y su padre, y el padre de su padre. La casa de la calle Childebert, antigua y robusta, solo habitada por generaciones de Bazelet, que ha albergado mucha felicidad y también tristezas, y un terrible secreto jamás confesado. Y le quedan sus vecinos, entre ellos al joven Alexandrine, capaz de aturdir y reavivar a Rose con su fuerte personalidad, sus maneras modernas y rotundas y su sincero afecto.
Por eso, cuando una carta con remite "Prefectura de París. Ayuntamiento" le anuncia que su casa y todas las de la calle serán expropiadas y derribadas para continuar la prolongación del bulevar Saint-Germain, siguiendo los planes de remodelación de la ciudad de París del barón Haussmann, Rose solo sabe una cosa: tal como prometió a su marido, jamás abandonará la casa.
Con el telón de fondo de la convulsa Francia del siglo XIX, Tatiana de Rosnay desarrolla un delicioso y conmovedor retrato de un mundo que ya no existe, de calles a la medida del hombre que albergan a personas que se relacionan, que desempeñan sus oficios unos cerca de otros, que se enfrentan y que se apoyan. Un libro inestimable que hace reflexionar sobre lo que la modernidad, en su necesario avance de progreso y mejoras, arrolla y relega al olvido. Poco estaremos avanzando si, en el camino, ignoramos el alma de las cosas.

sábado, 16 de mayo de 2020

Los monederos falsos de André Gide

Los monederos falsos es un libro polifónico, caleidoscópico, geométrico, con múltiples facetas... Hay 35 personajes —colegiales, universitarios, escritores, chicas, chicos— que se entrecruzan en París y buscan todos lo mismo: huir de un destino tan marcado que parece dinero falso. No dicen «familia, los odio» porque en 1897 Gide ya lo había escrito en Los alimentos terrenales, pero, de todos modos, los personajes lo piensan en voz alta.
Los monederos falsos es un himno a la libertad. Libertad en la forma, libertad en el fondo. Cuando Gide murió, Sartre (en Les temps modernes) y Camus (en Combat) se pusieron por fin de acuerdo y admitieron que Gide era el escritor más libre de su siglo. Los monederos falsos es el grito de sinceridad de una pandilla de adolescentes en una época de cómodas mentiras. Cuarenta y tres años antes del Mayo del 68, Gide era un auténtico rebelde, un inmoral hedonista.
La novela cuenta la historia de un joven escritor, Bernardo Profitendieu, que acaba de descubrir que no vive con su verdadero padre. En un acto de rebeldía y resentimiento decide irse de la casa. Allí comienza la historia que se entrecruza con los relatos del diario de Eduardo, un escritor maduro a quien Bernardo le roba la valija y hermanastro de la madre de Oliverio, su amigo entrañable. Eduardo es amigo de Laura, amante de Vicente este —a su vez—, hermano de Oliverio. Laura, casada con un hombre mediocre, se encuentra embarazada y abandonada. Bernardo observa su propia historia. Sin embargo, es más benévolo frente a su reproducción.
Los monederos falsos es un relato de relatos. Los personajes se relacionan unos con otros, las historias se entrecruzan para construir una novela rica en sucesos, y personajes. Uno de los relatos que más llama la atención es el de Boris, un joven huérfano a quienes sus compañeros lleva al suicidio en un macabro juego. Bernardo y Oliverio se convierten poco a poco en adultos. Su amistad se ve afectada por los celos. Eduardo convierte a Oliverio en su amante y esto afecta a Bernardo. Las relaciones homosexuales entre los personajes a veces es explícita, como la mencionada, otras, poco clara. Todo esto es, sin duda, un reflejo del homosexualismo confeso de André Gide. Al final de la obra, Bernardo vuelve con su padre, quien se encuentra enfermo. La narración podría seguir, como sigue la vida misma, pero la novela debe concluir. Los monederos falsos es un libro complejo e infinito que vale la pena leer.

domingo, 3 de mayo de 2020

El nervio óptico de María Gainza

Éste es un libro hecho de miradas. Miradas sobre cuadros, los artistas que los pintaron y la intimidad de la narradora y su entorno. Éste es un libro singular y fascinante, inclasificable, en el que la vida y el arte se entretejen. Consta de once partes: once partes que son once capítulos de una novela que relata una historia personal y familiar, pero que también pueden leerse como once cuentos, u once incursiones furtivas en la historia de la pintura, u once ensayos narrativos que tratan de desentrañar los misteriosos vínculos entre una obra pictórica y quien la contempla.