Seno es otra gran historia de Ramiro Pinilla y marca un poco el ecuador del novelista. (La herencia de un caserío dará lugar al peregrinaje de los clanes familiares hasta la playa de Arrigúnaga, donde los ancestros se apareaban entre las olas y donde, ahora, sus tataranietas parirán todas al mismo tiempo para que un infante afortunado herede la casa solariega). Hay en Seno, una vez más, fidelidad a las leyes que impone la naturaleza y simpatía hacia quienes supieron interpretar sus normas indeclinables. Un deslumbramiento colectivo, una locura aceptada con naturalidad crearán situaciones que fluctúan entre lo patético, lo desmesurado, lo chusco y lo maravilloso.
Pinilla hace gala de una sorprendente imaginación (no fantasía, que es siempre más fácil y huele a cosa banal); desborda a los lectores con la fragancia de unas fábulas entreveradas y la fulguración de personajes cuyas peripecias se complementan para darnos un mosaico de un dinamismo pocas veces igualado en nuestra narrativa. Seno es una novela construida con astucia; el tono nunca sufre alteraciones y propicia una atmósfera peculiar que, desde el comienzo, atrapa al lector y lo sumerge en parajes que nos envuelven suave y tenazmente con su temperatura, sus ritmos, sus relieves y la contundencia de las imágenes.
Finalista Premio Planeta 1971.
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